Una carta bien traducida en el exterior de su establecimiento invita a la gente a entrar a comer.
Ya en la mesa, con una carta bien traducida gana rapidez al tomar nota, el cliente elige con claridad entre toda su oferta de platos y evita quebraderos de cabeza a los clientes con necesidades especiales (celíacos, vegetarianos, alérgicos…). Recorrer a traductores automáticos puede dar lugar a platos surrealistas e incluso ofensivos. He
aquíunos cuantos ejemplos.